martes, 30 de enero de 2018

EL FIN DEL J****O MUNDO

Llega la Super Bowl, lo que en muchos sentidos supone el fin del mundo para los que seguimos la NFL. Para empezar porque este año los Patriots pueden poner la guinda a su dinastía alcanzando a los Steelers como la franquicia con más Super Bowls ganadas, eso sí, con la diferencia de que las seis las habrían conseguido con en mismo entrenador y el mismo quarterback, una hazaña sólo al alcance de Bill Belichick y Tom Brady. También sería el fin, pero en este caso de la sequía de títulos para los Philadelphia Eagles, que son una de las trece franquicias que nunca han ganado una Super Bowl, lo que para una ciudad tan deportiva como Philly sería todo un hito. Y todavía una razón más para hablar del final del mundo y es que después del duelo entre New England y Philadelphia nos esperan 214 larguísimos días sin partidos oficiales de la NFL, pero de eso ahora mejor ni hablamos.

Por suerte, todavía nos queda el partido de los partidos, el mejor de todos, los fuegos artificiales: la Super Bowl, el fin del mundo en lo que a fútbol americano se refiere. Aunque este evento es mucho más que fútbol americano, claro está; los cazas volando sobre del estadio en el segundo preciso del himno, los anuncios más caros –y excelentes- del planeta, las estrellas musicales actuando en el show del descanso, las más de mil millones alitas de pollo que se consumen durante el partido, los más de 130 millones de dólares que se juegan en apuestas… Estamos hablando de algo que va mucho más allá del que deporte, es la quintaesencia de la cultura y la sociedad estadounidense, pero es el deporte lo que mueve y da sentido a una cita de dimensiones monumentales.

Patriots contra Eagles. Boston contra Philadelphia. Dos de las principales ciudades de EE.UU. en lo que a deporte se refiere. Si de deportes americanos hablamos, se miden la 2ª ciudad que más campeonatos ha ganado –sólo por detrás de Nueva York, pero Boston no tiene ni 700.000 habitantes y NYC cuenta con más de 8 millones y los Yankees- contra la 7ª en títulos en las ‘Mayors’. Ahora bien, si limitamos la conversación a la NFL la cosa lógicamente cambia, pues se mide una franquicia que ha logrado girar su destino de eterna perdedora para fundar una de las más importantes dinastías del deporte americano contra otra que todavía no conoce las mieles del éxito en lo que a trofeos se refiere. De ahí que los aficionados que rezan el #GoBirds estén tirando del imaginario underdog de la ciudad relacionado principalmente con Rocky Balboa y que a los ya tradicionales ‘memes’ de Belichick y Brady como el emperador galáctico y Darth Vader se hayan unido los de Rocky con la camiseta eagle e Ivan Drago con la patriot, entre otros.

Pero no hay que confundirse. Lo que en el contexto y la historia puede perfectamente asociarse a David contra Goliat, en lo deportivo, en lo que al juego se refiere, las cosas están mucho más igualadas de lo que parece. Aunque las apuestas estén ½ a favor de Patriots y les otorgen 4 puntos de margen, a mí se me antoja un partido mucho más parejo, una lucha de poder a poder. La experiencia frente a al bloque más sólido de la NFL. Realmente son dos grandes bloques, el de New England construido en base a una filosofía del esfuerzo y del colectivo, ese #DoYourJob de Bill Belichick, donde nadie –o casi nadie- está por encima del grupo; frente a unos Eagles que han cimentado su unión en la falta de confianza constante que han sufrido desde que perdieron por lesión a su QB estrella y candidato al MVP Carson Wentz. Un inmensa mayoría les dio por muertos y anuló sus opciones en playoffs olvidando la cantidad de virtudes que tenían como equipo y ante esta adversidad han salido mucho más reforzados. Malcolm Jenkins gritaba en el centro de la piña previa al comenzo de la final de conferencia: “Esta falta de respeto no la vamos a tolerar. Llevan todo el año diciéndonos lo que no podemos hacer. Vamos a enseñarles lo equivocados que están” mientras a su alrededor toda la defensa se volvía completamente loca de motivación y ‘hype’. Eso resume el estado de ánimo actual de Philadelphia: una bestia herida en su orgullo y preparada para responder a esa afrenta.

Los Eagles saben lo que tienen que hacer. Deben mantener a Tom Brady lo más incomodo posible durante el máximo tiempo posible. Cortar su ritmo en el pocket, meterle prisa, golpearle, que sepa que tiene una amenaza constante llegando hasta él. No dejarle ni respirar. El front seven de los Eagles es capaz de esto, pero también es cierto que enfrente tienen a un quarterback que ha llegado a ser el mejor en la lectura de defensas y como Brady les pille, les puede hacer polvo.

El emperador Belichick y su aprendiz Brady
Y es que pasados ya los 40 años de edad la leyenda de Tom Brady no hace más que crecer y estos New England Patriots han demostrado los últimos años una de las mejores versiones de sí mismos –a pesar de las grietas mostradas durante esta temporada-. Llegados a estas instancias son temibles porque conocen la situación mejor que nadie, están familiarizados, acostumbrados a ella y esto es una gran ventaja. Una Super Bowl no es un partido normal, no es un partido más y millones de estímulos externos pueden despistarte; pero durante el calentamiento de cada Super Bowl se escucha a Brady gritando a sus compañeros que esto es otro día en la oficina y, a la vez, que tienen que dejarse la vida si quieren ganar. Eso es Tom Brady por encima de todo, no es el mejor atleta, no es el brazo más potente. Es el mejor competidor. Lo que le ha llevado a lo más alto es su manera de competir, su capacidad de sacar lo mejor de sí mismo cuando llega la hora de de la verdad, cuando más difíciles se ponen las cosas. Donde otros se arrugan él ofrece su mejor versión. Por eso es el mejor de todos los tiempos. Ejemplos claros de ello tenemos en el último partido que ha disputado, remontando un 10-20 en el último cuarto de la final de conferencia –donde si le cortan un brazo y de repente descubrimos que es un ciborg no me llevaría ninguna sorpresa- y también en la última Super Bowl, donde su liderazgo y talento permitió remontar 25 puntos de desventaja en apenas cuarto y medio.

Estamos hablando de un mito, de una leyenda viviente del deporte, alguien del que dentro de 20 años hablaremos como hoy hablamos de Michael Jordan (de hecho, el debate en EEUU sobre quién es más grande de los dos se desarrolla estos días en todo su esplendor) y en esta Super Bowl puede poner la guinda a su legado y por supuesto al de Bill Belichick y su filosofía. Porque, ¿quién era Danny Amendola? Hoy tan de moda, Danny Playoffs; ¿quién era Julian Edelman?, ¿quién era Dion Lewis? Y estas preguntas podríamos llevarlas casi al infinito, con Wes Welker, Deion Branch, Teddy Bruschi… Incluso con Tom Brady. ¿Quién era Tom Brady? Un QB al que le costó asegurarse la titularidad en la universidad de Michigan, del que se rieron en la Combine, que salió en las profundidades de las sexta ronda del draft, en el puesto 199 y que se encontró en su segunda temporada en la liga con una estrella como Drew Blesoe lesionándose y teniendo que salir a jugar… para acabar ese mismo año ganando la Super Bowl con unos Patriots en forma de Cenicienta frente a los todopoderosos Rams del ‘The Greatest Show on Turf’.

Conviene no olvidar la historia. Porque cuando hablamos de que Philadelphia se presenta en esta Super Bowl con un quarterback backup, con un suplente al frente del equipo, parece que no recordamos que Tom Brady estuvo en ese lugar y se creía aún menos en sus posibilidades que en las que tiene actualmente Nick Foles. Un Nick Foles cuya actuación se antoja clave. Es muy posible que Belichick y Patricia le pongan en la tesitura de que si Philadelphia quiere ganar el partido sea con Foles como protagonista. Veremos cómo reacciona ante ello, porque en la final de conferencia jugó un partido de estrella. No podemos obviar tampoco el sensacional trabajo de Doug Pederson en la toma de decisiones durante estos playoffs, que ha facilitado mucho la vida a Foles y a todo el equipo. Lo cierto es que hay que dar un inmenso crédito al head coach de los Eagles en todo lo que están consiguiendo.

Hay tantas cosas en las que fijarse en esta Super Bowl, se presenta tan apetecible… Brady contra la defensa de Eagles, el nivel que dará Foles, sí, pero además podremos ver a dos de los mejores TE de la liga con Gronkowski y Ertz, la batalla de dos cuerpos de receptores y dos secundarias de primer nivel. El juego de carrera de Philadelphia, hasta los equipos especiales puden jugar un papel fundamental. Es un partido que lo tiene todo.

El Halftime Show

Por tener, la Super Bowl tiene hasta concierto en el descanso. El concierto más visto del planeta cada año y aunque tengamos la sensación de que esto ha sido así toda la vida, los conciertos con estrellas musicales sólo se vienen celebrando desde 1991. Antes de ello eran bandas de música, ‘marching bands’, las que actuaban y fueron los New Kids On The Block los que estrenaron este formato. Desde entonces, nos pueden venir a la memoria conciertos míticos de Michael Jackson, Bruce Springsteen, U2, Tom Petty o Prince y también otros… bueno, otros que quizá hemos olvidado más rápido. Curiosamente ésta es la tercera vez que Justin Timberlake actuará en el show del descanso, la primera de ellas fue en el (olvidable) concierto que dieron Britney Spears y N’Sync y después como invitado de Janet Jackson –precisamente Justin fue quien le dejó un pecho al descubierto con la consiguiente gigantesca polémica puritana que arrastró- . Ahora será por primera vez el protagonista y a mí sinceramente me apetece, por suerte su carrera se ha distanciado mucho de aquellos primeros pasos en una boyband y creo que puede dejar un buen show. No obstante, pienso que la Super Bowl tiene deudas pendientes y fácilmente me vienen a la cabeza Foo Fighters o Lenny Kravitz, a los que yo preferiría ver antes que a la estrella pop de turno. Pero como para gustos los colores, en eso se suele repartir bastante juego e intercalar las dos opciones, así que con un poco de suerte algún día les tocará.

El show del descanso es algo inherente a este partido pero es después del mismo cuando viene lo que de verdad nos gusta y es el momento en el que se decide el trofeo que quizá habría que ir pensando en llamar Bill Belichick en vez de Vince Lombardi. El año pasado tuvimos la mayor remontada de la historia y si este año el partido está emocionante, la cosa promete emociones fuertes otra vez. Éste partido suele ser la mejor manera de reclutar aficionados para la NFL, porque si te da el ‘picorcito’ este deporte ya no te suelta.

Estamos ante el deporte con los mejores atletas del mundo, hace unos años leí un reportaje que explicaba que si los jugadores más veloces y más fuertes de la liga hubieran enfocado sus carreras al atletismo, podríamos haberles visto en finales olímpicas de varias disciplinas -100 metros, salto de longitud, lanzamiento de peso-, pero claro, se gana mucho más dinero en la NFL. A la vez, estamos ante el deporte más democrático, pues tiene una función para todo el mundo; gordos y flacos, altos y bajos, rápidos, fuertes, listos, hábiles con las manos y hasta con los pies. Este deporte lo puede jugar cualquiera independienmente de sus características físicas, eso sí, sin ética de trabajo y carácter de superación, vete olvidando.

En definitiva, que para los que nos gusta esto llega el fin del mundo, el partido que todos estábamos esperando y el punto y final a una temporada que una vez más ha sido maravillosa, especialmente durante los playoffs. Así que guardemos para este domingo todas las ganas de emocionarnos y vibrar con la NFL, colaboremos –cada uno en su medida y con lo que le guste consumir- en acrecentar las estadísticas de refrescos, cervezas, pizzas, hamburguesas, alitas y demás productos consumidos que se cuantifican cada año y por encima de todo disfrutemos al máximo por última vez esta temporada de un deporte que cada día nos atrapa más, que cada día reúne más gente en este país y queremos que sean más. Así que si vais a ver el partido con alguien que no conoce mucho la NFL, haríais bien en tomaros la molestia de explicarle bien el contexto, las normas básicas y ayudarle a coger el ritmo; porque una vez lo coja y se enganche… Ya no hay vuelta atrás.

Iker Sagasti
@sagastiker



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