miércoles, 11 de marzo de 2015

Patrick Willis y Frank Gore: dos mitos que se van de la mano

En poco menos de 24 horas el alma y el corazón de los San Francisco 49ers durante la última década, Patrick Willis y Frank Gore, han abandonado la franquicia californiana dejando un vacío enorme en el corazón de sus seguidores. El linebacker ha sorprendido a todos con el anuncio de una retirada que nadie vio venir. En sus propias palabras, “ya no tengo en mis pies eso que os hacía dejaros con la boca abierta”. A sus casi 32 años, el runningback ha probado la agencia libre por primera vez en su carrera y se ha marchado a Indianapolis para buscar el anillo que falta en su palmarés.

De golpe y plumazo los niners se han quedado sin sus dos jugadores más grandes desde la marcha de Bryant Young en enero de 2008, el último eslabón del equipo que dominó la NFL durante dos décadas. Willis y Gore no llegaron a un conjunto campeón como Young. De hecho, ambos han vivido los peores años de San Francisco en la era moderna, muchas campañas donde no se cumplieron las expectativas de verano o donde directamente se sabía que el equipo iba a completar una temporada sin más pena que gloria.

Ambos han estampado su sello en una de las franquicias más históricas de la competición a base de una ética de trabajo y un compromiso por el equipo que se salen de cualquier medidor. Si el eslogan de “Winning with class” (“Ganar con clase”) puede aplicarse a alguien es a ellos dos. Cada uno en su puesto quedarán como el mejor de todos los que alguna vez han vestido la equipación roja y dorada.

Gore llegó al equipo en 2005 como una elección de mucho riesgo en el draft colegial. Su carrera en la universidad de Miami estuvo marcada por serios problemas en sus rodillas. Su timidez y falta de locuacidad (apenas podía hablar por problemas de tartamudez) recubrían su figura de un vestigio de oscuridad que no hacía albergar demasiadas esperanzas. Sin embargo, Gore dejó que sus acciones en el terreno de juego hablaran por él y pronto se ganó el respeto de sus compañeros, de los rivales y por supuesto de los aficionados.

En su segundo año completó su mejor campaña corriendo para 1695 yardas, récord de la franquicia. Temporada tras temporada fue un modelo de consistencia y el único halo de luz de una ofensiva que por momentos era una tumba. Excelente visión para seguir los bloqueos, una capacidad para finalizar las jugadas sobresaliente (rara vez no ganaba una o dos yardas más de lo que habría sido lo normal) y un seguro de vida en la protección del quarterback.

La adquisición de Willis en el draft de 2007 fue mucho más notoria. El pick número 11 venía con la vitola de un magnífico linebacker y demostró eso y mucho más con una rapidez insólita. Fue “Pro Bowler” y “All-Pro” en su primera campaña, en la que lideró la liga con la impresionante marca de 174 placajes y por supuesto fue casi unánime “rookie defensivo del año” con 48 de 50 votos posibles.

Su velocidad para cubrir el campo de banda a banda recordaba a un joven Ray Lewis, el jugador sobre el que modeló su juego. Destacó por su potencia en los placajes, su excelente colocación para detener la carrera y el instinto para leer en todo momento dónde iba a estar el balón.

Tras ocho temporadas de travesía por el desierto, la franquicia californiana dio un giro inesperado en 2011. La llegada de Jim Harbaugh revitalizó a unos hombres que casi se habían olvidado de lo que era ganar. Tres años seguidos los niners marcharon al menos hasta la final de la Conferencia Nacional. Los seguidores de fuera de la bahía que no conocían tanto a estos dos enormes jugadores pudieron finalmente disfrutar de sus acciones en partidos en los que había mucho en juego.

Willis formó una pareja demoledora con NaVorro Bowman que será recordada durante mucho tiempo. Su compenetración era la carta ganadora de una defensa que nunca se achantó ante la enormidad de los rivales que encaró: Drew Brees y los Saints, Aaron Rodgers y los Packers, Matt Ryan y los Falcons, etc. 

Por su parte Gore fue sumando yardas y yardas como siempre había hecho. La diferencia es que ahora valían para ganar partidos. Se convirtió en el líder histórico de la franquicia superando a la leyenda Joe “The Jet” Perry, y rebasó con claridad la barrera de las 10000 yardas en su carrera. La gerencia de San Francisco fue eligiendo posibles sucesores en el draft año a año pero ninguno de ellos fue capaz de sacarle del campo. Los esfuerzos por dosificarle para que llegase a fresco a los playoffs eran valdíos porque tarde o temprano el staff técnico se daba cuenta que Gore era su mejor hombre. En sus dos últimos encuentros con la camiseta niner registró la friolera de 302 yardas de carrera.

Mientras el runningback se despidió a lo grande, Willis no tuvo esa oportunidad. En su último año los crónicos problemas en sus pies le limitaron a seis encuentros, el último una intrascendente victoria en St. Louis en octubre. No obstante, nadie va a olvidar jamás su meteórica carrera que le llevó a ser “Pro Bowler” en cada una de sus primeras siete temporadas en la liga.

Los aficionados de San Francisco pasan estos días de “luto deportivo”. Muy rara vez dos monstruos de una franquicia se marchan casi al mismo tiempo, uno de ellos de forma tan inesperada. ¿Mi mayor recuerdo? Su emotivo abrazo al final del “NFC Championship” de 2012 en Atlanta que certificó el sexto viaje de los 49ers a la Super Bowl. Desde aquí y en nombre de toda la parroquia minera mi eterno agradecimiento para ambos. 

Frank Gore entró en “Los 11 de Deion” en la temporada 2006.
Patrick Willis entró en “Los 11 de Deion” en las temporadas 2007, 2009 y 2011.