Por segunda jornada consecutiva los 49ers sufrieron una dura derrota en la carretera. San Francisco cometió cuatro turnovers en ataque (todos intercepciones de un descolocado Colin Kaepernick) y en ningún momento dio la sensación de poder detener a la ofensiva de los Cardinals. Los receptores de Arizona, en particular Larry Fitzgerald, encontraron huecos enormes en la secundaria de los niners. Ante un equipo muy en forma y en su propio estadio estos ingredientes no te conducen a otro resultado que el producido, el peor para los 49ers en su serie con Arizona.
Partidos malos de Kaepernick tenemos varios a elegir en su carrera pero éste probablemente se lleve la palma. Cuatro de sus primeros diez lanzamientos fueron interceptados, los dos iniciales retornados para touchdown para más inri. Y no hablamos de balones que salieron disparados de las manos o la coraza de los receptores. Fueron dos pases paradigma de mala técnica ("back foot"), de mala lectura de la defensa y de lentitud en su progresión de la jugada. Hoy al equipo le habría venido mejor haber corrido en todas y cada una de sus acciones ofensivas, al menos Carlos Hyde mostró una garra que no se vio en muchos de sus compañeros.
La defensa de Eric Mangini que tanto brilló en el choque inaugural ante Minnesota volvió a mostrar alarmantes errores en la secundaria, especialmente a la hora de ocupar las parcelas del campo en defensa zonal. En más de una ocasión Carson Palmer aprovechó los huecos en la defensa de San Francisco para conectar fácilmente con Fitzgerald y Jon Brown. Quizás este período de adaptación al cambio de esquemas sea lo normal y no lo que vimos en ese lunes que ya parece que fue hace dos años y no dos semanas.
Un par de buenas noticias para no quedarnos con tal mal sabor de boca. La primera, el retorno de punt de 37 yardas de Jarryd Hayne. La segunda y más importante, la destacable actuación del novato Arik Armstead, poco a poco más metido en la dinámica del equipo.