Este 2017 está siendo un año raro en la NFL. Posiblemente, en esta liga no haya temporadas "normales" dada su competitividad y fiereza (por algo es la mejor competición del mundo), pero este curso ha sido muy cruel con las grandes estrellas. Y, con grandes, me refiero a jugadores élite en su puesto. Cada uno teníamos una lista con candidatos a MVP antes de comenzar la temporada, y es muy posible que en el tablón de lesionados esté alguno, por no decir muchos, de los posibles ganadores de este galardón.
A medida que pasaban las jornadas, jugador que destacaba del resto, jugador que caía lesionado quedándose a las puertas de una gloria que habían merecido antes de ser sacados del terreno de juego en camilla. Todos intuíamos que Carson Wentz ya tenía inscrito su nombre en el trofeo, pero la desgracia le llegó hace solo dos semanas, cuando lo estaba tocando con los dedos. Con Wentz fuera, las miradas giraron al indefendible Antonio Brown, pero un golpe el domingo pasado, y que le dejará sin jugar las dos últimas jornadas, parece que también le privará de estar en la lista de favoritos.
Las opciones parecen reducirse a Tom Brady y a Russell Wilson. El primero de los dos es posible que sea, ahora mismo, el gran favorito, y lo es cuando no parece que esté pasando el mejor momento de la temporada, algo que, hablando de Brady, es superior al 85% del resto de quarterbacks. Wilson, en cambio, se ha caído de la pelea cuando ha demostrado ser humano. Efectivamente, Wilson no es de otra galaxia, y no ha podido seguir haciendo milagros para ayudar a su equipo a ganar partidos, aunque hubiese un momento de la temporada en que podría haberse pegado con Mayweather, peloteado con Federer o defender a Messi.
Con esto, es inevitable sumar nuevos protagonistas cuando la liga se empieza a decidir en sus últimas jornadas, y aquí llega el nombre que yo os propongo: Todd Gurley.
No se puede pasar por alto el trabajo que ha hecho Sean McVay con Goff y con toda la ofensiva de un equipo que llevaba años dando pena cuando tenía la posesión del balón. Ahora, los Rams son uno de los equipos más peligrosos a la hora de atacar, y el gran problema de las defensas rivales es el running back elegido en primera ronda del draft de 2015.
Muchos hablamos del play action como la mejor arma de los Rams y de Goff para buscar los huecos defensivos que esta jugada provoca, pero un play action no existiría si no hubiese un juego de carrera temible. Esta es la verdadera amenaza de los Rams.
SHANAHAN, ¿ESTÁS AHÍ?
Cuando te plantas delante de la televisión para ver a estos Rams, enseguida te das cuenta que hay cosas que ya has visto antes, sobretodo en el juego de carrera. Outside zones, toss plays, inside zones, formaciones con dos tight ends, etc, son situaciones que dominaban los Falcons de 2016. Todo esto lo vemos cuando el equipo de Los Angeles va por tierra y cuando le dan el balón a Gurley.
La explosividad de Gurley a la hora de ejecutar los cortes es espectacular, así como su lectura de la defensa. Los jump cuts por detrás de la línea de scrimmage son un escándalo. Lee, se para, salta a un lado y arranca a una velocidad de vértigo. En las outside zones, sus cutbacks son demoledores y cuando la ofensiva juega traps blocks (split zone, wham o pullings de los OLs), su lectura del gap abierto y del run support es excepcional.
Aún así, donde realmente brilla es en las toss plays. Primero, porque él sabe doblar muy bien la esquina y, segundo, porque McVay implementa muchos movimientos que le facilitan las yardas campo abajo. Es normal ver algún jet motion para provocar cambios de dirección en la defensa, y, además, los líneas ofensivos salen muy bien a bloquear en el segundo nivel, así como la ejecución de los crack blocks por parte de los receptores. Es todo una sinfonía perfectamente ejecutada por el actor principal: el running back.
A todo esto, hay que sumarle su capacidad para ganar yardas saliendo a recibir desde el backfield. Vemos muchísimas RB screens en los esquemas ofensivos de los Rams y, al igual que en las toss plays, el funcionamiento de bloqueos al segundo nivel de la OL es magnífico. Destacan los throwback screens cuando Gurley está en el backfield. A campo abierto, y con esa explosividad, footwork y balance acarreando el balón, se hace muy difícil derribar a Gurley.
Por este tipo de acciones y porque es la mayor amenaza y eje por el que gira todo ese estupendo ataque, es por lo que me gustaría ver a Gurley llevarse el premio de jugador más valioso del año. Su partido en Seattle refleja todo el talento y poderío del estupendo corredor. Cuando su equipo se jugaba ser campeón divisional y el poder asegurarse el pase a los playoffs fue cuando Gurley hizo su mejor partido de la temporada.
En 2017, Todd Gurley lleva 1187 yardas terrestres, promediando 4'6 yardas por intento de carrera y ha anotado 13 touchdowns. Pero, además, lleva 630 yardas de recepción, promediando 11'7 por intento y con 4 touchdowns más en su haber. Sus números son un verdadero lujo.
Quizás no es el que más nombre tiene o, quizás, no se ha hablado tanto de él como de la dupla Kamara-Ingram (por ejemplo), pero lo que sí tengo claro es que el nivel mostrado por Gurley no es inferior al de todos ellos. Yo lo pongo encima de la mesa. Vosotros decidís si son motivos suficientes para que luche por el premio.
Rubén Ibeas
@rubenibg
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