La era Jim Harbaugh finalizó con una victoria muy emotiva en el que pudo ser además el último partido de Frank Gore y Justin Smith con el uniforme de los niners. Los jugadores demostraron ir a muerte con el entrenador que estaba a punto de marcharse al actuar con la pasión que esperas de un conjunto que aspira a los playoffs y no de uno que en realidad hacía dos semanas que estaba eliminado.
Arizona se jugaba el finalizar la liga regular como campeón de división e incluso con la ventaja de campo para todos los playoffs pero se vio lastrado por el errático juego de su quarterback titular y por una defensa que contra la carrera lleva dos semanas sufriendo mucho. Ryan Lindley completó varios pases ante nuestra diezmada defensa (sólo dos titulares quedaban de la pasada final NFC) pero especialmente tras el descanso fue incapaz de generar un drive productivo. Los Cardinals no anotaron un solo punto en la segunda mitad.
El ataque volvió a jugar como veníamos pidiendo desde primeros de año. El foco de la ofensiva fueron las carreras de Gore mezcladas con los peligrosos scrambles de Colin Kaepernick. Kap encajó un sack de 15 yardas de esos que matan posesiones pero en líneas generales mostró la elusividad en el pocket que esperas de él y que tan pocas veces ha sacado este año. Cuando se queda estático en el pocket y el balón está en sus manos más de dos o tres segundos, malo. Si dispara rápido o rompe la defensa con una carrera o un pase en movimiento, bueno. La cansada defensiva de los Cardinals no pudo contener a Gore en el último cuarto. Es la táctica que usaron con efectividad los Seahawks hace siete días y que seguramente también empleen los Panthers con Cam Newton en su próximo duelo de wild cards.
Craig Dahl selló la victoria 49 de Harbaugh a los mandos de los niners con una postrera intercepción, la primera que logra en dos años con el equipo. En lugar de quedarse con el balón se lo entregó al head coach, que momentos después era bañado en Gatorade, una clara muestra de que el divorcio de Harbaugh es con la directiva y no con los jugadores. Una lástima terminar así un capítulo brillante en la historia de la franquicia.
GAME BALL -> Michael Wilhoite: a falta de Willis, Bowman y Borland, el linebacker se erigió en el líder de una defensa que una vez más se encargó de rematar una victoria. Buen trabajo contra la carrera como es habitual en él culminado además por decisivas acciones en cobertura, algo que no es precisamente su punto fuerte.
Adiós, entrenador Harbaugh. |
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