Vino el 7 de enero de 2011 y se marchó el 28 de diciembre de 2014. Cuatro temporadas al frente de los San Francisco 49ers, las tres primeras muy exitosas y la última completamente caótica. Jim Harbaugh fue el entrenador nº 18 de la franquicia, llegó sin demasiadas expectativas a una franquicia incapaz de meterse una sola vez en los playoffs durante ocho años y la ha devuelto al nivel de exigencia que se estableció en los 80 y 90, aquel que dictaba que una temporada sólo era aceptable si se ganaba la Super Bowl.
La primera campaña de Harbaugh al mando de los niners fue sorprendente a niveles insospechados. San Francisco era un equipo en 2011 sin más pretensiones que las de intentar mejorar las sensaciones de la lamentable temporada anterior, que se inició con el objetivo claro de ganar la división y que no se pudo conseguir pese a que la NFC Oeste por aquel entonces era una auténtica broma. Con un Mike Singletary volviendo loco a jugadores y aficionados por igual, los niners arrancaron la liga con cinco derrotas consecutivas y quedaron sumidos en un pozo de depresión que ni siquiera la llegada del nuevo entrenador parecía poder cambiar.
A este triste panorama previo se unió la huelga que paralizó la competición desde marzo hasta casi agosto. Sin la posibilidad de implantar los nuevos sistemas de ataque y defensa el nuevo head coach tenía una misión casi imposible por delante. Pero Harbaugh siendo Harbaugh consiguió antes de que se iniciara el parón pasarle el "playbook" al que sería su primer quarterback titular, Alex Smith, en los pocos minutos que pudieron estar juntos para que éste pudiera irse familiarizando con él por cuenta privada.
Harbaugh nunca se achantó ante nada ni nadie. |
2011 fue un año mágico. San Francisco pareció más un conjunto universitario que uno profesional. El grito de guerra "Who´s got it better than us??? Noooo-body!!!" caló tan hondo en el vestuario que el espíritu del equipo dio un giro de 180 grados. Los mismos jugadores que un año antes perdían los partidos a la primera dificultad ahora los ganaban superando adversidades mucho mayores. Los niners arrancaron con un récord de 9-1, siendo la única derrota ante Dallas en la prórroga. Según fueron llegando los buenos resultados empezaron a salir los escépticos que no creían que San Francisco llegara muy lejos. Se ganó en Philadelphia contra pronóstico remontando 20 puntos en la 2ª parte, se rompió la imbatibilidad de los Lions (5-0) en su propio estadio en un dramático enfrentamiento culminado por la famosa "chocada" de manos entre Harbaugh y el head coach rival, Jim Schwartz, y sobre todo se venció a un conjunto que sí se suponía que aspiraba a todo, los New York Giants de Tom Coughlin e Eli Manning.
El equipo no jugaba bonito, todo lo contrario, en ataque había ocasiones que era doloroso ver actuar a los niners. No importaba, hacía años que el equipo no ganaba de forma consistente y en un año en principio de reconstrucción nadie podía exigir encima espectáculo. Los niners cerraron la liga regular con una marca de 13-3, su primer título divisional en nueve años y su primer pase directo hacia los playoffs divisionales desde 1997. En la post-temporada San Francisco se codeó con los grandes, eliminó a unos Saints que venían de anotar 42+ puntos en cuatro partidos consecutivos y en la final de conferencia estuvo a un par de errores del retornador Kyle Williams de alcanzar la Super Bowl.
Tras una temporada de sobresaliente las expectativas se dispararon para la siguiente. Y con las expectativas muy elevadas llega un mayor escrutinio de tus decisiones. En 2012 empezaron a venir errores: un draft lamentable que no generó jugador alguno de valía, sacar del retiro a un hombre tan polémico como Randy Moss y sobre todo tantear la posibilidad de fichar a Peyton Manning, empezaron a crear una nube de incertidumbre sobre el futuro del equipo.
Cuando llegaron los partidos de verdad se comenzó a notar la presión sobre jugadores y entrenadores. A Harbaugh se le veía mucho más tenso en la banda. En una inesperada derrota a principios de liga en Minnesota llegó a pedir hasta tres challenges consecutivos pese a que el resultado estaba más que decidido. La secuencia fue esperpéntica cuanto menos. Pocas semanas después llegaba la peor derrota hasta la fecha en la era Harbaugh. Los Giants pasaban por encima de unos 49ers endebles en defensa y perdidos en ataque ante los constantes cambios de quarterback entre Smith y el joven Colin Kaepernick, al que poco a poco se le iba metiendo con calzador en el equipo.
Cuando Smith sufrió una conmoción cerebral en el partido contra los Rams Harbaugh dio el paso que algunos intuían pero que nadie esperaba que se atreviese a hacer. Insertó de forma permanente a Kaepernick, elegido en la 2ª ronda de su primer draft y sin ninguna titularidad en la NFL, para liderar un equipo que tenía potencial para luchar por todo. Las críticas fueron feroces sobre el head coach por poner "al volante de un Ferrari a un conductor en prácticas", pero los resultados poco a poco iban dándole la razón. San Francisco tenía por fin un ataque más dinámico y explosivo y semana tras semana los rivales se marchaban a casa sin saber por dónde les habían venido los golpes. En los playoffs Green Bay fue destrozado por el ataque "read option" que produjo 323 yardas de carrera, más de la mitad obra de Kap. La semana siguiente los Falcons se afanaron por controlar los scrambles del quarterback pero éste les liquidó con sus pases y sus engaños en los "handoffs". Los 49ers remontaban una desventaja de 17-0 en uno de los estadios más hostiles de la liga para meterse en la Super Bowl después de dieciocho años de espera.
Un desesperado Harbaugh al final de la Super Bowl. |
En la gran final Harbaugh tuvo que vivir la experiencia de enfrentarse a su hermano pequeño, John. Los Ravens eran un equipo más veterano y curtido en estas lides y se notó. Los niners mostraron unos nervios que sólo un apagón inesperado en el Superdome pudo mitigar. Pese a verse 28-6 abajo San Francisco volvió a tirar de casta para recuperar lo que parecía perdido. A dos minutos de la conclusión y a cinco yardas del touchdown de la gloria todo se paralizó. Pese a tener a la defensa rival con el oxígeno bajo mínimos Harbaugh y su lugarteniente, el coordinador ofensivo Greg Roman, mandaron tres jugadas de pase consecutivas que se convirtieron en tres pases incompletos, cada uno más doloroso que el anterior. El Vince Lombardi se escapaba de entre las manos con la sensación de saberte superior a tu oponente.
La temporada 2013 debía ser la marcada para rematar la faena. Smith se marchaba a Kansas City liberando al vestuario de las constantes preguntas a las que se vio sometido el año anterior. El gran fichaje de Anquan Boldin parecía ser la última pieza del puzzle. Sin embargo muy pronto las cosas empezaron a torcerse. Michael Crabtree se rompía el tendón de aquiles en los entrenos de mayo y Aldon Smith comenzaba a mostrar preocupantes señales de "cabeza loca" y era apartado del equipo durante más de un mes de competición. Con un ataque que no sabía muy bien hacia donde tirar los niners perderían cuatro de sus primeros diez choques. El gran rival, Seattle, quedaba tres encuentros por delante al mando de la división.
En momentos de crisis y caos Harbaugh parece crecerse. Cuando se daba al equipo por muerto tras una dolorosa a la par que injusta derrota en Nueva Orleans todo empezó a cambiar. El ataque reencontró las "big-plays" perdidas y la defensa recuperó su sitio como una de las mejores de la liga. Ocho victorias consecutivas devolvieron al equipo al mismo punto que las dos campañas anteriores, la final de la NFC. Era la primera vez que un head coach avanzaba tan lejos en sus tres años iniciales en la NFL. Los niners controlaron el choque en Seattle hasta llegar a un fatídico cuarto período, que comenzó con un inesperado touchdown de pase de Russell Wilson en cuarto down y culminó con una intercepción de Malcolm Smith (vía asistencia de Richard Sherman).
Jim Harbaugh con su quarterback, Colin Kaepernick. |
La derrota se clavó en el pecho del equipo en muchos sentidos y sus efectos se trasladarían a la siguiente temporada. NaVorro Bowman, pilar indiscutible en la era Harbaugh sufría una seria lesión en los ligamentos de una rodilla que le dejaría KO para todo el 2014. No sería el único en acabar en "injured reserve". En días consecutivos del training camp caían dos corredores, Kendall Hunter y LaMichael James. La magia y buenas vibraciones de los años anteriores iban pronto a desaparecer. Las especulaciones de una más que posible marcha de Harbaugh al finalizar la liga comenzaron a circular siquiera antes de que empezara la regular season. Por increíble que pudiese parecer, los niners se plantearon traspasar a su entrenador a Cleveland durante el "scouting combine" de febrero.
El equipo pareció notar las distracciones y no comenzó a jugar el football esperado hasta la quinta semana contra precisamente Alex Smith y los Kansas City Chiefs. La defensa aguantaba el tipo pese a la plaga de lesiones pero el ataque poco a poco iba dando señales de descomposición. En triunfos consecutivos sobre Giants y Redskins la ofensiva apenas era capaz de anotar tres touchdowns pese a recibir constantemente oportunidades por parte de la defensa. La sensación de que todo podía explotar en cualquier momento llegó el Día de Acción de Gracias. Jugando en su flamante nuevo hogar, el Levi´s Stadium, el equipo hizo el ridículo más espantoso en televisión nacional y frente a su archienemigo, Seattle Seahawks. Harbaugh quedaba en evidencia ante su némesis en la banda rival, Pete Carroll, cuyos duelos profesionales y personales se remontaban a la época de ambos en college. Aunque matemáticamente San Francisco no estaba eliminado era sólo cuestión de tiempo. Una semana más tarde los niners caían en Oakland, el equipo supuestamente más interesado en fichar a Harbaugh. La campaña terminó con sabor agridulce. San Francisco derrotaba a unos Cardinals que se jugaban el título divisional pero de nada importaba. Horas más tarde Harbaugh marchaba en un avión junto a su familia rumbo a Michigan para entrenar la universidad para la que jugó hace casi treinta años.
Un capítulo especial en la historia de la franquicia de San Francisco se cierra con la marcha de Jim Harbaugh. Los niners no han jugado con el brillo de los años gloriosos de los ochenta y noventa pero han mostrado un espíritu de lucha que ha contagiado a sus aficionados. Por primera vez en la bahía se ha disfrutado con un equipo que jugaba diferente, que dominaba más por la defensa y por su superioridad física sobre los rivales que por la excelencia de su quarterback. Discrepancias con los altos mandos han parado en seco lo que parecía un proyecto ganador. Harbaugh se encargó de reconstruir el equipo y su sucesor tendrá la labor de mantenerlo en lo más alto, un lugar de donde no debió bajarse este año.
El último "Game Ball" para el head coach Jim Harbaugh. |