Derrota sin paliativos la sufrida ante los actuales campeones Seattle Seahawks. San Francisco fue un pollo sin cabeza, un pavo sin alas ni patas si queremos hacer el símil norteamericano en manos de un conjunto que sabía perfectamente lo que quería hacer. En cambio, los niners plantearon un encuentro olvidándose de sus mejores armas y encima atacando los puntos fuertes del rival. Exactamente lo contrario de lo que se debe hacer.
Los seguidores niner pueden estar muy aliviados de que el resultado final se recordará como una dolorosa derrota pero derrota al fin y al cabo. El marcador podría haber sido perfectamente 38-0 si la defensa no hubiera opuesto suficiente resistencia en la zona roja.
El propietario del equipo, Jed York, calificó la actuación como "inaceptable" en un tweet a los pocos minutos de la conclusión. Como mandamás de la franquicia está sujeto a decir lo que le plazca, pero uno no puede más que pensar que ha debido tener el móvil en modo avión durante toda la temporada hasta anoche. Y es que este equipo, o para ser justos, este ataque, lleva siendo inaceptable desde que empezaron los primeros entrenamientos allá por el mes de julio.
¿Recordáis los malos partidos de pretemporada? Entonces podíamos escudarnos en que esos choques ciertamente no sirven más que para probar esquemas y que la acción real llegaría en septiembre. Pero han pasado casi cuatro meses desde entonces y la ofensiva sigue en modo "off". Es más, cada jornada que avanzamos en la campaña se la ve peor que en la anterior.
Hemos llegado a un punto en las últimas jornadas en que ver un partido de San Francisco es un auténtico dolor. Hay equipos que juegan mal porque no tienen los "playmakers" que hagan funcionar la ofensiva; otros con dificultades por la lesión de alguna pieza clave; en algunas ocasiones la adaptación a un nuevo esquema conlleva un lógico período de adaptación. Ninguno de esos casos se aplica a nuestro ataque. Desde que volvimos del "bye" hemos anotado, 10, 27, 16, 17 y 3 puntos pese a que la defensa en más de una ocasión ha brindado oportunidades a la ofensiva para clavarle la puntilla al rival.
Inaceptable fue la actuación ante St. Louis, el día de los ocho sacks encajados e incapaces de entrar en la end zone para ganar el choque en los segundos finales. Inaceptable fue la actuación en Nueva York, donde hicieron falta 5 intercepciones sobre el quarterback rival para escapar con el triunfo. Inaceptable fue la actuación frente a Washington, un equipo con problemas muy profundos y sin nada que aspirar este año al que sólo superamos con un touchdown en los instantes finales. Pero una cosa es ganar o perder ante esos rivales y otra muy diferente hacerlo ante tu gran enemigo, el equipo al que dedicas horas, días y meses de tu tiempo para batir para que luego llegue a tu propio estadio y te derrote sin ser capaz de devolver un solo golpe.
Y es que una cosa es perder y otra hacerlo exponiendo todas tus debilidades. Ayer la culpa de la derrota se cargará en los hombros de Colin Kaepernick, horrible en todos los aspectos, pero la verdad es que ha habido otros encuentros en que ha jugado muy bien y aun así el ataque ha rendido muy por debajo de lo esperado. El problema es mucho más complejo y hay que buscar responsables en el head coach, Jim Harbaugh, y el coordinador ofensivo, Greg Roman.
Estoy cansado de escuchar o leer en declaraciones que el ataque para mejorar sólo tiene que "ejecutar mejor". ¿Ejecutar mejor qué? No sé si se refieren con eso a que Frank Gore o Carlos Hyde deban romper múltiples placajes en la misma línea de scrimmage cuando reciben una carrera. No sé si con eso se refieren a que los receptores consigan primeros downs en rutas cruzadas aisladas en lugar de apoyadas por un pick como hace cualquier equipo hoy día. No sé si se refieren a que el quarterback complete pases a receptores que simplemente corren hacia delante y esperan un balón colgado o tight ends que corren rutas cortas del primer down sólo por no romper la sincronización del ataque. Excusas, excusas, excusas.
Ves un encuentro de los 49ers en ataque y tienes la sensación que saltan al campo sin confiar en la jugada que llaman desde la banda. Sólo hay que mirar al otro lado anoche, a Seattle, para observar la diferencia. Los Seahawks tienen graves problemas con su juego de pase. Russell Wilson no puede conectar un pase "downfield" con sus receptores. De hecho ayer no recuerdo ni uno solo. La diferencia es que ellos desde la banda buscan acciones que permitan sacar máximo provecho de las cualidades de sus jugadores, es decir las carreras de Marshawn Lynch y la habilidad para moverse y salir del pocket de Wilson. Cuando éste escapa de la presión como tantas veces y tan bien realiza siempre tiene un hombre preparado para recibir el balón y avanzarlo muchas yardas contra una defensa descolocada.
¿Qué hacemos nosotros? Nos olvidamos del juego potente de carrera que desde luego no pasa por su mejor momento pero es lo mejor que tenemos ahora mismo. Nosotros nos contentamos con abrir el campo con hasta 5 receptores, sin importarnos que ello implique que salte al terreno de juego Kassim Osgood, un enorme jugador de equipos especiales pero marginal wide receiver. Ponemos a nuestro quarterback en shotgun y sabiendo que le vendrá presión nunca le dejamos con una válvula de seguridad para al menos completar un pase corto en lugar de encajar sacks que matan drives.
En enero nada funcionó mejor que buscar scrambles dirigidos para Kaepernick y nada funcionó peor que lanzar a la cobertura de Richard Sherman. Anoche en ningún momento se preparó algo para que nuestro QB corriese. Todo lo contrario, el game plan parecía que estaba preparado para humillar a Sherman y el resultado fue el esperado. El mejor quarterback de la liga, Aaron Rodgers, prefirió no comprobar las habilidades del cornerback de Seattle, pero nuestros entrenadores creen que pueden tener éxito haciéndolo con Kaepernick. Absurdo en toda regla.
Podría seguir escribiendo párrafos sobre porqué no empezamos a utilizar el play-action hasta después del descanso, un arma que nos viene de perlas por las habilidades de nuestros jugadores pero que por algún motivo ha desaparecido del plan de juego. O qué pasa con un tight end All-Pro como Vernon Davis que comandaba doble cobertura de los rivales y este año parece un "third-stringer". O porqué una jugada tan sencilla pero con tantas variantes y tan provechosa y beneficiosa para los QB como el "screen" es cosa del pasado. Así que voy a parar porque seguramente tenemos mejores cosas que hacer que lamentarnos por este gran proyecto fallido llamado "San Francisco 49ers 2014" y del que son responsables muchas personas pero ninguna más que Harbaugh y Roman.
GAME BALL -> ---: nadie fue merecedor anoche de darle un balón del partido. Simplemente me limitaré a decir que no coronen a los Seahawks todavía, o por lo menos no lo hagan por lo de ayer. El ataque de San Francisco lleva dando pena toda la temporada y más especialmente las últimas semanas como para darles tanto crédito por dejarnos en tres puntos. Su próximo viaje a Philadelphia será un test mucho más válido. San Francisco por su parte cruzará el puente para medirse a Oakland en diez días. Quien sabe, lo mismo cuando estos dos equipos se enfrenten de nuevo el 14 de diciembre sus récords vuelvan a ser idénticos. ¿Pero alguien puede pensar de verdad que estos niners vencerían en Seattle?
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